Hablar debería ser algo natural, pero para muchos no lo es. El miedo a ser juzgados, el temor al ridículo o la inseguridad personal son factores que frenan la expresión de ideas. Estas barreras psicológicas actúan como muros invisibles que limitan la capacidad de comunicarnos con fluidez y confianza.
Una de las más comunes es el miedo escénico, que provoca ansiedad al hablar frente a un público. Aunque pareciera una debilidad, en realidad es un mecanismo de defensa del cuerpo. Superarlo implica preparación, práctica y confianza en el mensaje que se quiere transmitir.
Otra barrera frecuente es la inseguridad, que hace creer a las personas que lo que dicen no tiene valor. Esta puede combatirse reforzando la autoestima, reconociendo logros y recordando que cada opinión cuenta.
Superar estas barreras no solo mejora la comunicación, también fortalece la vida personal y profesional. Un estudiante que logra expresarse con seguridad tendrá más posibilidades de destacar en entrevistas, presentaciones y proyectos. En conclusión, la clave está en reconocer nuestros miedos, enfrentarlos y poco a poco transformarlos en oportunidades para crecer.
Referencia:
Carnegie, D. (2019). Cómo hablar en público e influir en los hombres de negocios. Editorial Sudamericana.
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